THOUSANDS OF FREE BLOGGER TEMPLATES
COMENTAR NO MATA

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Cuento tonto

Esto era una parejita encantadora. Vivían en un pisito antiguo de alquiler con cortinas y tapicería bordada. La vajilla era de porcelana de la abuela y esas cosas. Los azulejos del suelo eran pequeños, negros con motas grises y blancas. Arriba de la puerta de la entrada tenían una bruja de trapo bastante fea. Se la regalaron y les daba suerte.
Él trabajaba en correos o algo así, ella estudiaba cosas. En fin, todo eso da igual.
A él le gustaba ir a la iglesia.
Ella siempre preparaba té.
Un día como cualquier otro, ella estaba en la cocina con la tetera al fuego y entró él. Se acercó a ella y se quedó mirando como el agua hervía. Como de costumbre él se subió la manga de la camisa, le ofreció el antebrazo y ella empezó a regárselo. Ella estaba extraña, observaba el vapor. - Porqué no me miras- Dijo él. Entonces ella paró y dejó la tetera sobre la cocina. Entonces dijo.
- Tenemos que comprar una tetera eléctrica.
- Ya no me quieres.
- Tú pareces tonto.- Dijo toda tranquila, y cogió de nuevo la tetera y el brazo de su amado y siguió regándoselo.

En esto que al cabo de un rato se fue y cuando volvió ya era de noche. Entró en el salón y se lo encontró a él en el suelo, con los ojos abiertos como platos y con algo de sangre en la nariz y la boca.
– No tienes arreglo- Dijo asintiendo antes de acercarse. Era tarde, así que como pudo lo sentó en el sofá, le limpió la boca con una servilleta, le puso bien el pelo y se metió en la cocina a hacer la cena.

Al cabo de un rato salió de la cocina con un bol de ensalada. – Ya está la cena- Entró de nuevo en la cocina y sacó los platos de la cena. – He dicho que ya tienes la cena- Y sacó los cubiertos y la cerveza. Se sentó en la mesa, pasó un minuto y no tuvo más remedio que ir a él. Lo cogió y torpemente lo sentó a la mesa. Eso no eran maneras. La cabeza se le caía para todos los lados así que se la ató a un palo. Le deshizo la servilleta y le llenó la jarra de cerveza. Se sentó, se comió la cena y recogió lo suyo. Se acostó.

Pasaron la horas y a media madrugada se despertó. Miró a su lado y él no estaba. Se levantó y fue en su busca. Ahí estaba él aún sentado a la mesa, exactamente igual, con un color de cara que combinaba genial con el papel de la pared, con los ojos abiertos como platos y la cabeza sujeta a un palo. Y ella, decepcionada dijo:
- Eres imbécil.


Luego ya en la autopsia salió que fue suicidio, él era imbécil

0 comentarios: