Prepararon una fiesta en su casa.
Invitaron a sus “amigos” y compañeros de trabajo.
A los que le envidiaban a él, a las que la envidiaban a ella. Todo el que quiso fue a la fiesta.
Montaron un banquete enorme en su enorme casa, llenaron su larga mesa de la mejor comida y el mejor vino. Compraron copas nuevas para la ocasión. Encendieron las velas más bonitas en los candelabros más caros.
Ella se puso su ropa más fina de cama y él su batín bordado.
Se llenó la estancia de gente. Él trajo una fuente de dulces y ella una botella de vino y unas copas para los dos y se sentaron al piano.
Empezó la fiesta.
Ella cantaba y él tocaba. Los invitados comían y bebían. Se reían y gritaban, se levantaban y se sentaban.
Comían y bebían. Y seguían riéndose y gritando, levantándose y echándose encima de la mesa. Unos encima de otros, otros debajo de unos. En la sala o en el cuarto de baño, subían escaleras, bajaban y volvían a subir. Se liaban y se regaban de vino.
Él tocaba el piano, ella cantaba y se servían una copa.
Se volvían todos locos y se tiraban por los suelos. Unos se asomaban por las ventanas y otros bajaban al jardín. Unos se arrancaban la ropa y otros se quitaban los zapatos. Otros bailaban y seguían bebiendo.
Y les ensuciaban la tapicería de las sillas con chocolate y vino.
Y les descolgaban las cortinas y les rompían las copas.
Una pareja se drogaba en su cocina, uno vomitaba en el baño, otra dormía en la bañera y dos mujeres profanaban su dormitorio.
Como en los videoclips.
Él le dio una fresa a ella y ella le sirvió vino.
Tocando el piano y cantando, tres se caían por el balcón. Seis se atragantaban. Cinco dormían la sobredosis y cuatro se mataban los unos a los otros. Dos se caían por las escaleras y se desnucaban.
Él y ella, al piano no llevaron la cuenta.
Golpes, gritos, bocas que sangraban, temblores, se calmó la fiesta.
Él se levantó, sopló las velas y la cogió a ella de la mano.
Subieron por las escaleras.
Cayó un cuerpo rodando.
En el pasillo no había nada; se le vio a él abrir la puerta del dormitorio y entrar los dos.
De lejos se apreciaba la luz del dormitorio con la puerta abierta.
De repente una mujer muerta atravesó esa puerta, expulsada al pasillo.
Y de igual modo, otra más cayó encima.
Se cerró la puerta y se apagó la luz.
Se oyó un “buenas noches” de ella y se acabó la fiesta.
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domingo, 29 de marzo de 2009
LA FIESTA
Publicado por Lu von Laskaponia en 4:31
Etiquetas: cuentos de laskaponia
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2 comentarios:
que orgia bacanalesca es esta? rallante,pero elegante^^
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